miércoles, 27 de abril de 2011

Muerte

Si me voy de tu casa y me dejo un sobretodo, ¿pensarias que yo soy el sobretodo?
¿Pensarias que estoy sufirendo de frio, ya que me dejé el sobretodo?
O quizas mirarías el sobretodo y pensarias en mi, y evocarias mi imagen, y sentirías mi presencia, y usarias el objeto como si fuera un objeto magico, cargado de significado.
Pero si algun día el sobretodo se rompiera o extravise, ¿creerías que soy yo la que se degrada y está sufriendo?
¿O podrías separar los sentimientos que antes estaban asociados al objeto?
Y si ya no te podés comunicar directamente conmigo, ¿pensarías que estamos separados?
¿O estamos unidos en la experiencia vivida, en un tiempo que no es este?
Quizás, como vos te acordás de mi, yo tambien me acuerdo de vos, y te siento felíz, libre y capáz de desencadenar acciones que no terminan jamás.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Lo importante

no es que hayamos empezado a vernos en primavera
, particular casualidad,
o que para mediados de octubre
ya me hayas visto perder dos paraguas
(visto es un decir,
pero tu mirada me sigue cuando quiero que me siga
(cierro los ojos y evoco tu olor, el registro de tu mano agarrando la mía, el sonido de tu voz y de repente ahí estás)).

Tampoco que me interrumpas tan poco,
que te hagas el que no te diste cuenta
de que el mate hirvió hace rato.

O que ahora resulta que

ir al supermercado
comprar zapatos
hacer fotocopias
simplemente, comprar
ir a la vuelta
hasta estar aburrido
o enfermo

son actividades interesantes si las hago con vos.

Lo importante no es tanto que pasemos
el invierno abrigados con la piel del otro

(no importa tanto en tanto tantos saben que eso es solo una circunstancia, un hecho nimio, que suele aparecer en las poesías)

pero si lo hacemos, mejor.

jueves, 19 de junio de 2008

"Huritkra" o “De cómo aprendí que se puede vivir la vida de otras maneras”

En un curso de gnoseología contemporánea que estoy haciendo, estamos estudiando justamente ahora, las distintas formas de vivir.
Pareciera que cada vez que se habla de “la vida” se habla de lo mismo sea la vida que sea, y cuando se habla de “vivir” el discurso se desarrolla como si hubiera una sola forma de hacerlo, pero aquí, en la isla de Huritkra, no tienen la educación primitiva que hay en el resto del mundo.
¿Qué me trajo hasta acá? Sigo pensando que no vine sola, algo me arrastró hasta estas costas.
La fortuita invitación de un familiar me llevó a Barcelona, y un premio que sortearon en la empresa donde trabajaba, a esta isla de tan extraño nombre.
Huritkra se encuentra al sur del archipiélago de las Canarias, y tiene la particularidad de aparecer en los mapas con distintos nombres (Uritkra, Huritkre, Huritckra).
Empleados resentidos con más antigüedad que yo aseguraron no estar al tanto de su existencia, y vaticinaban mi desgracia. Los saludé con tres besos en el cachete y me embarqué con la seguridad de estar haciendo algo nuevo y emocionante.
Lo primero que me llamó la atención fue la forma de hablar de los isleños, entre familiar y ajena, como si los hablantes tuvieran una forma mental distinta a la mía.
Su idioma oficial es el huirté, que es igual al español, excepto por cuatro palabras que distinguen cada uno de los pelos en el hocico de un gato. Comprobé explorando las bibliotecas, que los libros no tienen traducciones, sino subtítulos, que uno debiera leer simultáneamente con el texto original.
En principio tomé con naturalidad estos descubrimientos, decepcionada de que no hubiera nada misterioso, tétrico, ni de película de terror. Más adelante, entrando en comunicación con los huritkrenses, concluí que lo que tenían no podía llamarse comunicación: si bien comprendía cada palabra de su lengua, nadie articulaba una frase con sentido jamás. Era común escuchar al dueño del hotel decirme: “la tierra tiene forma de geoide, ¿usted llamó ayer?”, o “su perro es blanco pero nunca arreglamos el calefón”. Las frases no tenían conexión aparente, los nombres de los negocios que se veían en la calle eran del tipo:
EL OBISPO ANUNCIAN
JAMÁS SE DIJO BIEN
MIRANDO ES QUE SE
ALELUYA, GILBERT, NO
Los amantes no se decían dos veces “te amo”, en las despedidas nunca se escuchaba “adiós”; los clásicos “por favor” y “gracias” eran reemplazados por incoherencias que ni siquiera se repetían cada vez.
Al principio pensé que en realidad su lengua no era la española, aunque tuviera la misma fonética, sino otra igual, con los conceptos cambiados. Pero ni siquiera había un orden intrínseco ni patrón en ese disparate de frases, interjecciones y onomatopeyas. Conjeturé que en este lugar la lengua no tenía función comunicativa.
Al cumplir dos meses de estadía acá había pasado por varías teorías: que estaba en un país de poetas y lo que quieren expresar está más allá del discurso, que los huritkrenses tienen el poder de la telepatía y usan el habla solo para completar lo que no llegan a decirse con la mente, que quizás al partir en viaje a la pequeña y perdida isla no solo había cambiado de espacio sino también de tiempo, y me encontraba en un futuro donde internet y las telecomunicaciones hiperavanzadas habían deformado la lengua al punto de volverla inutilizable. Esta última la descarté rápidamente al comprobar que no había robots para cocinar y limpiar.
Quizás se trataba solo de un lugar donde la pedantería se había generalizado al punto que todo el mundo quería ser original todo el tiempo, y un continuo y absurdo temor por caer en lugares comunes motivaba tan estrafalaria forma de hablar. Ya no importa la causa.
Leo estas líneas 7 meses después de poner el último punto.
Antes dije que estaba estudiando las formas de vivir; bueno, estudiar es un decir. Los maestros hurtikrenses enseñan de una forma muy particular: haciendo en vez de hablando.
Luego de estar un tiempo en contacto con estas personas, uno empieza a entenderlos paulatinamente.
Me ensañaron que comprender el mecanismo de la creación del universo observando una mariposa batir sus alas en mi mano, no es una experiencia deleznable. Que rehuir a los amantes con soltura, inventar nuevos nudos solo para desanudarlos, desnudar de corbatas las pretensiones imaginarias y descreer de todo lo aprendido, eran instrucciones sueltas de una receta inmensurable, irreverente, por lo demás irrecomendable en el resto del mundo. Cuando hubiera visto en los paraguas los signos de lo masculino y lo femenino floreciendo frente a la solidaria fertilidad de la lluvia, habría aprendido otra de las infinitas formas de vivir, pero no en teoría, sino en práctica. Y esto no me lo dijeron ellos, me lo dije yo, o alguien adentro de mí. A veces leían con un ojo un libro, con el otro miraban las caras de los alumnos, con un oído escuchaban una música aún no compuesta, con la lengua se sacaban los restos del almuerzo. Otras veces se podía observar en su mirada el reflejo de los propios pensamientos traducidos a imágenes, los números tenían olores en sus ojos, las letras luz propia.
Empecé a pensar que me encontraba en un sueño del estilo del país de las maravillas, pero nunca terminé de pensarlo pues me encontré, de repente, diciéndole al dueño del hotel: “llegará el tiempo de volver, llegará, y azul se sienta usted sin más”.
¿Es que me había convertido en uno de ellos? La fugacidad de mi transcurrir develaba un extraño acomodamiento, pero, ¡qué bien se sentía! ¿Es que alguna vez había estado segura de mi existencia? ¿Me había enamorado? ¿Tenía un nombre arbitrario, una dirección, un documento? No parecía conocer las respuestas y no estaba desconsolada.
Antes de partir a casa, comprendí el sentido de la última frase pronunciada al dueño del hotel.

viernes, 21 de marzo de 2008

Vieja lista

Para tener en cuenta a la hora de hacerme un regalo de cumpleaños:

Cosas que me gustan:
-las flores, lo paraguas, y todo lo que florece con el agua
-la lluvia
-las personas

Cosas que no me gustan para nada:
-los anteojos de sol
-los animales que no sean personas

Además hay tres cosas que me interesan:
El café (en lo posible quemado, en vaso de plástico y mcasquerosamente preparado) y las caricias, siempre y cuando vengan con unas manos (2) de chico así no se desaparraman por el piso cuando me las pongo.

martes, 18 de marzo de 2008

Caja Negra

No quiero ser una

jueves, 6 de marzo de 2008

Muñeca

¿Quién me mueve? ¿Alguien me maneja como una marioneta?
Todo a mi alrededor flota en mi arroyo de lágrimas. El televisor, la mesita ratona.
Me pregunto, ¿en las lágrimas de quién flotaré yo?

Las imágenes. Las imágenes me mueven o no según que tan cerca las tenga. Las que no me mueven igual me afectan.

Los estímulos. Acá no puedo elegir. Es mi cuerpo reaccionando ante perturbaciones externas o internas. Es la pupila dilatándose frente a la luz.
Puedo elegir los estímulos, no la reacción.
Cosificar el cuerpo no es adornarlo o considerarlo una cosa (lo es), sino (mal)tratarlo como si fuera inanimado o no imaginativo.
Los prehistóricos distinguían a la muerte por la ausencia de movimiento y sonido. De ahí la estrecha relación entre la música y la muerte; ruido y silencio, tensión y relajación, ritmo y melodía, danza.
Si ya no hay movimiento, ¿no hay imágenes? No sé.
Siempre buscamos expandirnos, en tiempo y en espacio, construimos vehículos, armas, instrumentos, herramientas, que son una extensión de nuestro cuerpo y por ende afectados con nuestras imágenes. Ahí nos expandimos en espacio.
También nos conectamos con otros seres imaginando juntos, a menos que los cosifiquemos y los veamos también como herramientas, caso en el cual no construiríamos JUNTOS.
Nadie es tan poderoso como para construir algo solo, ni tan débil como para no poder ayudar a otros.
De ahí la importancia de ayudar a otros.
Cuando todos los humanos se traten entre sí como tales, y vean la importancia de ayudarse, comenzará una nueva era.
En aquél espacio entre el estímulo y la reacción es donde intencionamos, y si logro algo efímero tal vez logre belleza, pero si logro algo que continúa en otros, logro trascendencia.
Distinto de la trascendencia es perpetrar acciones egoístas que llamen la atención de mucha gente, o quedan grabadas por mucho tiempo, incluso para ser percibidas por generaciones venideras.
Trascendencia es ayudar a otros.

Escucho una voz lejana que me llama.
Había olvidado que existían las cenas y me miraba en el espejo no reconociéndome en la imagen que este me devolvía.

martes, 15 de enero de 2008

Planes

Nacer, abrir los ojos, ver como acomodar el cuerpo en la silla, rozar los cuerpos, desplegar caricias, despegar curitas, acariciar la piel con cera caliente, rascar con la aguja las partes que pican, raspar con cuchillo las partes quemadas. Sacar la basura de un tirón, caerse el atril a cada instante, levantarse de la cama, subir arriba ellas, abajo ellos. Pudrir el agujero la doble faz de la tierra, deslizarse el lápiz por el pupitre, abalanzarse la mano para impedir el desastre, deslizarse la mano, abrirse más el agujero, romperse el lápiz. Abrir el closet, ver que no hay nadie en casa, cerrar los ojos, morir.